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Camilo Henríquez (1769 - 1825)


El fraile José Camilo Henríquez González nacido en Valdivia el 20 de julio de 1769 y fallecido en Santiago el 16 de marzo de 1825, fue un sacerdote, escritor y político que luchó por las ideas independentistas.
Sus padres fueron el capitán de infantería española don Félix Henríquez y Santillán y doña Rosa González y Castro.

Para continuar sus estudios viaja a los 13-14 años a Lima, Perú. Es matriculado en el convento regido por la orden de San Camino de Lellis o de la Buena Muerte, lugar donde tuvo la oportunidad de conocer un mundo culto e ilustrado, que lo llevó a asumir un discurso ideológico en pro de la libertad e independencia de las colonias.
Se ordenó sacerdote en 1790.
La orden lo envió a Quito, Ecuador, donde fue testigo de la violencia usada por los Realistas.

En 1810 regresa a Chile para integrarse inmediatamente al movimiento emancipador que se gestaba en el país, y poder de esa manera contribuir con sus ideas revolucionarias.
En 1811 escribió una de sus mayores obras a favor de la libertad: “La Proclama de Quirino Lemáchez” (seudónimo creado con un anagrama de su nombre), con las que llamaba a los ciudadanos a votar por personas que lucharan por las ideas independentistas en las elecciones para instalar un Congreso Nacional.
En 1811, fue diputado suplente por Puchacay en el primer Congreso Nacional. Luego fue electo Senador entre 1812 y 1814. Durante ese período redactó varios proyectos, entre los que destacaron el Reglamento Constitucional de 1812 y el de protección indígena.
Henríquez a la llegada de la imprenta en Chile traída de Estados Unidos funda el primer periódico de la nueva nación en el año 1812, que recibió el nombre de “Aurora de Chile”. Allí transmitió sus pensamientos e ideologías que defendían el derecho del pueblo y la situación política que se vivía.
Sin embargo, su labor fue criticada por los mismos revolucionarios, provocando que en ese mismo año, el gobierno de José Miguel Carrera decidiese establecer una comisión que controlara el periódico, y de ese modo poder reglamentar la prensa. Debido a la censura, al año siguiente, colabora escribiendo el “Monitor Araucano”, en reemplazo de la Aurora.

Luego del desastre de Rancagua el 1 y 2 de octubre de 1814, se va a Mendoza y después a Buenos Aires (Argentina). En este último lugar colaboró en la redacción de varios periódicos que publicó el cabildo de esa ciudad.
En 1817 retornó a Chile, y Bernardo O’Higgins lo nombró director de la Biblioteca Nacional, y se le encargó la edición de La Gaceta Ministerial y la de otro boletín sobre la estadística del país, el que fue precursor del diario “El Mercurio”.
En 1823, fue nombrado oficial mayor del departamento de Relaciones Exteriores, pero por su delicado estado de salud no pudo desempeñar dicho cargo. En 1822, fue diputado por Valdivia y al año siguiente diputado suplente por Valparaíso y por Chiloé. Entre 1824 y 1825 se desempeñó como diputado por Copiapó.
Falleció el 16 de mayo de 1825, en Santiago.

Otros datos:

Después de haber sido editor de la “Aurora de Chile" en el años 1814 firmó varias misivas entre las cuales se encuentra una que hace el preámbulo al Tratado de Lircay y en la cual culpa de todos los sucesos de la revolución de los últimos dos años a José Miguel Carrera y a su familia. Ésta fue firmada por todos los detractores de Carrera.
En otra carta publicada en esos años y escrita personalmente por él también culpa a Carrera por la guerra que se llevaba a cabo y dice que éste lo obligaba a redactar aquel periódico del cual fue editor.
Henríquez también escribió obras literarias, donde destaca “La Camila”, que narra la historia de una familia de españoles americanos, que lucha por la libertad del continente. Camila es la protagonista, y junto con un cacique que también lucha de la huida del yugo español, crean una historia de amor y esperanza en el continente latinoamericano emancipado.
La escritura de Camilo Henríquez se articuló a partir de la necesidad de transmitir su pensamiento e ideología. De este modo, la elección de diversos géneros -entre los que cuentan los sermones, proclamas, ensayos, artículos periodísticos, textos dramáticos, poesía lírica y otros escritos- no fue sino una estrategia de su ingenio para transmitir desde diferentes soportes su causa política, haciendo de su pluma una espada.

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